El SOMA-FITAG-UGT instó ayer a aprovechar la “inercia” de la apertura del Centro de Referencia para personas con Discapacidades Neurológicas (Credine) de Barros –que funciona desde hace un año de forma provisionalmente para atender a pacientes de covid– y que “no se cierre” una vez que esté contenida la pandemia. El sindicato reclama que de manera automática, una vez que pase la crisis sanitaria y con un período mínimo de acondicionamiento, el centro ya pase a acoger a pacientes con discapacidades neurológicas. También pide consolidar el Sanatorio Adaro de Sama. “En unos momentos muy complicados, tanto el Credine como el Adaro, han realizado una labor fundamental en la atención a la gente. Son dos centros de referencia que hay que potenciar”, señaló José Luis Alperi, secretario general del SOMA.

Alperi aludió a los numerosos retrasos sufridos en la puesta en marcha del centro de Barros, que se aparcaron ante las necesidades extraordinarias generadas por la pandemia. “La problemática del Credine de que no se podía poner en marcha porque había no sé cuántas trabas administrativas se vio que no era tal porque se puso en marcha. Pues bien, una vez que se ha puesto en marcha, no lo cerremos. Cuando ya no sea necesario para ingresos covid, que se cambie automáticamente para ingresos de pacientes para lo que fue diseñado. Que se encadene una cosa con otra”, argumentó el responsable sindical, para añadir a continuación: “Hay que aprovechar esa inercia. Con todas las dificultades que pasamos para que abriera sería una aberración volver a echar el candado cuando pase la pandemia y que la gente que lo necesita para lo que realmente se montó se quede sin esa atención”.

El equipamiento de Barros fue habilitado a finales de marzo del pasado año para recibir a pacientes de coronavirus. El día 22 ingresaron los tres primeros afectados en el centro, que abría de esta forma sus puertas tras ocho años de espera con un destino diferente al que estaba previsto, el de centro de referencia estatal para personas con discapacidades neurológicas. En pocos días ya superó el medio centenar.

El complejo, que dispone de 60 habitaciones con baño individual, acogía en principio a personas positivas del nuevo coronavirus que estaban asintomáticas o presentaban un estado leve de la enfermedad y que no podían permanecer en aislamiento en sus domicilios o en centros sanitarios. Posteriormente también empezaron a llegar pacientes de brotes detectados en geriátricos.

El centro había contratado a los primeros trabajadores para la puesta en marcha del centro de día, y después la residencia, pero aún no se había fijado una fecha. Las obras comenzaron en 2009 y, según los plazos iniciales, tendría que estar abierto en 2012. Tras varios problemas, entre ellos el concurso de acreedores de la adjudicataria de la obra, finalizó en 2017.