Lo justo es empezar así: se llama Andrea Bouzas y es de Mieres. Tiene 36 años de vida esforzada, es mamá de una joven y estudia tercero de Medicina en la Universidad de Oviedo. Escucha música siempre que puede y ama la literatura. Heredó, de su abuelo, una “Olivetti” gastada y la pasión por escribir. Ahora sí: Andrea Bouzas también padece dolor crónico desde hace cuatro años, pero no quiere que solo eso la defina. Esta mierense acaba de escribir un ensayo, “Yo dolor”, y busca apoyo para su edición. Ha emprendido una campaña de “crowdfounding” (microdonaciones a través de internet) en la plataforma “Verkami”. Será su tercera obra, después de “La chica del zulo” (editorial Verbum, 2019) y “Lilitaw” (autoeditado, 2020).
Tiene el gesto tan amable que es casi imposible saber que lucha a diario consigo misma. “Pero es así. Vivir con dolor crónico es dejar de vivir contigo para emprender una batalla contra ti”, afirma. Su vida cambió cuando la operaron de una hernia en la espalda. Sufrió una complicación relativamente frecuente, denominada cirugía fallida de columna. En su caso se complicó, porque “la cicatriz generó fibrosis y esto me produce un fuerte dolor”. Hace algo más de un año le instalaron un neuroestimulador –“una especie de petaquita que llevo dentro”, matiza ella– para mejorar su calidad de vida.
Con el dolor ya más controlado, decidió empezar a escribir. Explica, gesticula mucho con las manos, que su obra reúne experiencia vital, autobiografía y mucha documentación. “Tiene mucha bibliografía”, sentencia. Un punto importante, añade, porque “en los grupos de redes sociales encuentras mucha información, es cierto, pero también mucha desinformación. Quería ayudar a otras personas que pasan por lo que yo paso, siempre desde la ciencia y el conocimiento”, destaca.
Y desde el alma. Porque, reconoce, “los enfermos de dolor crónico tenemos que hacer autocrítica. A veces pagamos los patos con las personas que nos quieren, con los más cercanos… ellos solo nos quieren ayudar, tenemos que darnos cuenta”. Otro apunte para tomar nota: “Tenemos que llevar por bandera el optimismo. No es fácil, pero tenemos que redirigir la situación para poder seguir adelante”.
Eso hizo ella. Cambiar el objetivo, enfocar de lejos. “Yo tuve varios negocios, de hostelería y de comercio, pero me dijeron que no podría seguir levantando pesos y decidí volver a la carrera de Medicina”. Cuando la retomó, llevaba más de una década con los libros colgados: “La había dejado porque la nena era muy pequeña, ahora ya tiene 18 años y yo tengo más libertad… Además, me dije que algo tendría que hacer, porque todo el día en casa no puedo estar”. Piensa en la especialización, pero aún no se ha decidido. Le gusta la medicina de rehabilitación, la neumología… “Lo cierto es que me interesan todas las asignaturas que estudio, no sé si es bueno o malo”, ríe.
Ríe mucho, a pesar de que su vida no es fácil. “Aplico todo lo que cuento en el libro… intento ser optimista, es que no queda otra”. La publicación de “Yo dolor” está ahora en manos de los apoyos que reciba. El “crowdfounding” de Verkami busca recaudar 2.200 euros, de los que casi el sesenta por ciento se destinarán a la edición. El resto, a otras actividades como la publicidad, diseño de portada o envíos. “Estoy contenta porque, en estos primeros días, he conseguido ya varias aportaciones”, explica. Toda la información está disponible en la página de “Verkami”.
Es un libro para toda la sociedad. Porque, dice Bouzas, que los pacientes no lo tienen nada fácil: “A veces parece que no te creen, que le echas cuento… Quizás es más fácil comprender el dolor cuando es algo aparente a simple vista, como un brazo roto. Pero hay dolores que llevas por dentro”.
Es su caso. Su dolencia es incurable y degenerativa. No tiene previsto rendirse. “No dejaré que me consuma el dolor, no dejaré que me atrape”. Quiere seguir gastando la “Olivetti” heredada, bailar la música que le gusta, acabar la carrera. Lo resume ella: “Quiero vivir. Porque la vida, venga como venga, está para vivirla”.
Entrevista ofrecida por la autora al diario La Nueva España.