La centenaria plaza de abastos de Mieres carece últimamente del vigor de antaño. El popular mercado cubierto fue inaugurado en 1907 y actualmente se encuentra bastante deteriorado. Pero los achaques, en este caso, no tiene relación directa con los muchos años de vida. Los comerciantes están al borde de la crispación. Denuncian que desde que el Ayuntamiento decidiera cerrar al tráfico las calles colindantes los establecimiento han perdido “más del cincuenta por ciento de las ventas”. Algunos hablan de hasta una caída del 60 por ciento. Las quejas se trasladan también a los negocios del entorno. La tormenta desata de fondo truenos por el abandono de las dependencias.
Son dos los reproches principales de los arrendatarios de los puestos municipales. Por un lado critican el abandono de las instalaciones, con falta de mantenimiento y limpieza, y por otro sostienen que la peatonalización de este espacio urbano ha “espantado” a una parte muy importante de clientela. “Sufrimos una total dejadez y abandono”, señala Geli Suárez, conocida pescadera de la plaza. “Las paredes están llenas de desconchados, hay telarañas por todos sitios y los cristales no se limpian nunca”, remarca Marina Ordóñez. “Y luego están las palomas. Además pueden pasar meses para que se limpie el suelo, más allá de pasar la manguera”, indica Renata Canis.
Los comerciantes de la plaza están muy molestos con el Ayuntamiento . Ponen como ejemplo de la “desidia” que perciben el estado en que se encuentran los aseos del equipamiento. En concreto, denuncian que el urinario y los lavabos que habitualmente utilizan las personas con algún tipo de discapacidad llevan un mes pendientes de una actuación de arreglo tras sufrir la sala graves desperfectos. “Hemos llegado a tener hasta setas dentro de los servicios”, cuenta Tamara Solomando mientras señala el techo indicando las goteras que tiene en su puesto de fruta. “Hace dos años cambiamos la cubierta y estaba todo podrido; no hay nada que hacer”.
La plaza de abastos es uno de los rincones más representativos del casco urbano de Mieres. “Es un edificio magnífico y en España hay pocos mercados tan bonitos, pero el abandono es terrible”, señalan los profesionales. Actualmente hay unos veinte puestos cerrados. “Casi la mitad”, subraya Marina Ordóñez. Un especial daño ha causado a la actividad comercial la decisión del Ayuntamiento de cerrar al tráfico las calles Doce de Octubre y Escuela de Capataces, convirtiendo todo el espacio en una gran eje peatonal. La medida se abordó inicialmente con carácter temporal, para facilitar el tránsito de los viandantes durante la pandemia, pero los planes municipales pasan ahora por abordar una peatonalización definitiva. La eliminación del tráfico ha repercutido en la economía de estos autónomos. “Hemos perdido sobre el cincuenta por ciento de las ventas”, remarca Geli Suárez. “Ahora prácticamente vivimos del mercado dominical, aunque también ha bajado mucho la actividad”, subraya Renata Canis.
Los comerciantes reclaman dos medidas para aliviar su situación. “Pedimos que se deje circular a los coches durante la mañana”, indican. En este sentido, perciben que su petición va contra las demandas de los nuevos tiempos, con directrices europeas que reclaman ciudades peatonales sin automóviles. Ahora bien, apuntan que “Europa también exige limpieza y en Mieres brilla por su ausencia”. La segunda medida parece tener poco margen de debate. El sentir general es que el aparcamiento de Oñón, construido el año pasado con 300 plazas para facilitar la rotación, no está cumpliendo con su cometido. “Al final se ha convertido en una gran cochera pública, donde algunos vecinos aparcan bloqueado su finalidad dinamizadora”, señala Marina Ordóñez. Los comerciantes demandan al Ayuntamiento algún tipo de control sobre el uso de este aparcamiento, el más próximo a la plaza. El Ayuntamiento lleva varios años planeando una actuación en la plaza. Los comerciantes piden cambios urgentes.