(Carta remitida por la lenense Concha Sánchez Blanco al presidente del Principado, Adrián Barbón, y CuencasMineras.com)

Buenos días, señor Barbón;

Casi ha transcurrido un año desde el inicio de la pandemia y muchos asturianos que tenemos a algún familiar en una de las residencias o geriátricos de Asturias nos sentimos impotentes ante la terrible situación que están soportando. Son el colectivo más perjudicado por la pandemia. Los que no han fallecido por el virus llevan once meses en un estricto confinamiento, cumpliendo una condena sin haber cometido ningún delito. Nadie, absolutamente nadie, hace nada por aliviar su calvario. El desconfinamiento después del primer brote llegó tardísimo o en muchos casos no llegó.

En su momento las familias asimilamos que sólo se nos permitiera la posibilidad de una visita semanal de media hora. ¿Pero ellos? El estado mental de muchos provoca que no lleguen a comprender por qué sus familiares no les visitan y eso les ocasiona un inmenso dolor y una angustia extrema. Todos estamos muy concienciados contra el maltrato físico, pero en este caso estamos olvidando el maltrato psíquico al que estamos sometiendo a nuestros mayores, privándoles del calor humano, de caricias y de palabras de cariño, en la etapa de la vida en la que más lo están necesitando.

Le hablo de nuestra situación personal. Nuestra madre está en la residencia de Lena, donde el noventa por ciento de los residentes ya han pasado el Covid-19 y todos han recibido las dos dosis de la vacuna en el mes de enero. Pero, lamentablemente, nuestros mayores continúan sumidos en el abandono, la soledad, el aislamiento y la discriminación.

Las autoridades nos justifican el encierro por motivos de salud, pero recientemente todos nos hemos sorprendido viendo como se permitió la salida para ir a votar en Cataluña. Incluso siendo un enfermo positivo.

“Amnistía Internacional-España” insta a las Comunidades Autónomas a garantizar que las residencias cumplan los acuerdos alcanzados en diciembre de 2020 en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, donde se estableció un régimen de visitas que garantiza el contacto regular entre residentes y sus familias. Porque nuestros mayores no deben seguir sufriendo las consecuencias de los mismos errores que se cometieron en la primera pandemia y, por supuesto, no se merecen seguir condenados al ostracismo y a la soledad por tener una determinada edad o ser dependientes.

Tristemente todos estamos viendo el impacto irreparable de este encierro y, señor Barbón, no estoy hablando únicamente de problemas a nivel físico, sino también a nivel mental, ya que esta falta de contacto con sus seres queridos provoca que sus alteraciones cognitivas se vean aún más potenciadas.

Señor Presidente, le pido, le ruego, que reconsidere urgentemente las medidas de confinamiento de nuestros mayores. Esta generación no se merece el olvido que está padeciendo. Permítales que sus familiares podamos en la medida de lo posible aliviar sus angustias y sus miedos. Permítanos darles el cariño que tanto se merecen y que tanto necesitan.