La idea de David Mariñas se ha hecho realidad gracias al apoyo de la Sociedad Turonesa de Festejos (Sotufe) y del Ayuntamiento de Mieres, que ha cedido la pared próxima al nuevo centro de salud que ha servido como lienzo para esta obra costumbrista del legado industrial y cultural de Turón. “Nos gustaría que esta iniciativa sirviera para que muchos de los turoneses que se han ido a vivir fuera tengan un motivo para regresar al valle y reencontrarse con parte de nuestras referencias perdidas”, señala Juanjo Rodríguez, directivo de Sotufe.

El delineante del proyecto es un artista local que, poco a poco, está logrando darse a conocer en Turón gracias a su destreza con los pinceles. Si el puente del Caburnu fue fruto de la herencia dejada por Gustave Eiffel, los dibujos que firma ahora Mariñas se pueden considerar en parte legado del reconocido artista local Juan Luis Varela, fallecido en junio del año pasado. “Empecé a dibujar con él y puedo decir que fue mi maestro”, señala el “aprendiz”, quien recientemente pintó un retrato de Varela en las inmediaciones del parque de La Veguina. “A la gente le ha gustado mucho y hay quien se ha emocionado. Cuando lo estaba pintando algunos de sus amigos se pasaban a verlo y no faltaron algunas lágrimas”.

En Sotufe están encantados con el homenaje a Varela. “Justo el año pasado teníamos la intención de nombrarle turonés del año, pero unas semanas antes, por desgracia, nos dejó”, apuntan desde la sociedad de festejos. En Turón están convencidos de que el recordado Juan Luis Varela, podía haber recorrido el mundo con su talento, pero optó por mantenerse ligado a su valle, “para el que trabajaba incansablemente de manera desinteresada”. Los vecinos ven ahora en David Mariñas un nuevo referente artístico para el valle. “El trabajo que ha hecho es impresionante y desde chaval ha demostrado tener una destreza muy poco habitual”, apuntan los allegados al pintor, que trabaja habitualmente como tatuador.

Sus obras se encuentran por todo Turón, incluidos bares y locales de asociaciones. Ahora, ha asumido el reto de devolver a la vida parte de la memoria de un valle que tiene al carbón grabado en la piel.