El rápido deterioro de los hórreos que sobreviven en la zona rural de Riosa preocupa al gobierno local de Ana Díaz (IU). La regidora mantuvo ayer en Oviedo una reunión con la consejera de Cultura y Turismo, Berta Piñán, para buscar la manera de coordinar a ambas administraciones con el objetivo de facilitar actuaciones de rehabilitación en estos protegidos inmuebles de gran valor patrimonial. Ana Díaz explica que en Riosa hay actualmente “decenas” de hórreos y paneras en un estado de deterioro más o menos avanzado. “Se pueden contar con los dedos de una mano las estructuras que se han rehabilitado”, apunta la dirigente municipal. El Ayuntamiento se ha visto en algunos casos obligado a delimitar los accesos a hórreos en ruinas ante el peligro de derrumbe. “Al final la responsabilidad siempre recae en la administración local”, apunta Díaz. Con todo, es la pérdida etnográfica y patrimonial lo que más inquieta a la regidora: “Es muy doloroso asistir a la pérdida de esta riqueza y la gente mayor sufre viendo cómo el legado de un modo de un vida va desapareciendo”.
La regidora trasladó ayer a Berta Piñán la necesidad de facilitar las actuaciones de arreglo. “Hasta ahora la normativa era muy restrictiva en cuanto a las pautas de actuación y la Consejera nos ha comunicado que están trabajando para flexibilizar los permisos, sin tanto proyecto y requerimientos”. El Ayuntamiento también facilitará a los vecinos información sobre las líneas de ayuda que actual concede el Gobierno regional para sufragar parte de las actuaciones.
Si bien es complicado establecer con exactitud cuantos hórreos hay en Asturias, un total de 14.566 cuentan con protección patrimonial. Este número es la base sobre la que comenzar a trabajar para preservar uno de los iconos de la cultura tradicional asturiana cuyo simbolismo y valor como elemento identificador del paisaje no lo está salvando de la extinción. La Consejería de Cultura trata de revertir esa situación con el desarrollo de una nueva normativa que permita dar al hórreo una nueva funcionalidad, acorde con los usos y costumbres del siglo XXI. Para ello se constituyó la llamada Mesa del Horru, en la que distintos expertos aportan las posibles soluciones para que sigan en pie estos elementos tan distintivos de Asturias. Uno de los problemas, apunta Ana Díaz, es que la propiedad está hoy normalmente repartida entre varios herederos, “muchos de los cuales simplemente se desentienden de su mantenimiento”.