“Están sobre la mesa todas las medidas y ahora nos toca seleccionar cuáles elegiremos”. Así describió ayer un responsable sanitario de la región el proceso de implantación de fórmulas restrictivas que se ha puesto en marcha ante el fuerte aumento de los contagios de covid-19 y el menos fuerte –pero también preocupante– de los hospitalizados, y que con casi total seguridad se plasmará en nuevas limitaciones de movimientos la próxima semana.
Entre los técnicos, los gestores y los médicos asturianos se observa una división en torno al denominado “pasaporte covid” que restringe el paso de los no vacunados a determinados espacios cerrados. Ocho de las diecisiete comunidades autónomas del país lo tienen ya en marcha. Mientras unos defienden que genera entre los vacunados que acceden a la hostelería “una falsa seguridad” que les llevaría a descuidar aún más el uso de la mascarilla y la distancia interpersonal, otros entienden que “minimizaría” los riesgos de contagio.
“La medida me parece totalmente contraproducente y, además, no está respaldada por la evidencia científica”, indicó a este periódico Álvaro González Franco, jefe del servicio de Medicina Interna del HUCA, subrayando que se trata de una valoración “personal”. Entre tanto, la jefa de la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), Dolores Escudero, se mostró favorable a la citada restricción: “El pasaporte covid para la hostelería u otro tipo de concentraciones sociales obviamente no excluye que te puedas contagiar, pero minimiza el riesgo”. Y agregó: “Estoy a favor de la vacunación obligatoria y no digamos ya para profesionales sanitarios”.