La sutura fabril de las Cuencas responde en su origen a la necesidad de cerrar un herida profunda. La minería fue extirpada con una navaja bien afilada, sin mellas. Todos los pueblos han tenido que sobreponerse a cortes semejantes desde hace milenios. Y es que los primeros cuchillos fueron tallados en piedra hace unos 75.000 años. Este instrumento ha acompañado al hombre en su devenir histórico, evolucionando y convirtiéndose en un utensilio cotidiano hasta el punto de pasar casi desapercibido. Como toda herramienta, necesita un mantenimiento. Los filos requieren ser afilados para cumplir correctamente con su sencilla pero importante función. En Mieres se encuentra la mayor empresa de España dedicada a esta tarea. Atenor afila al mes más de cien mil cuchillos, además de otros utensilios, como material quirúrgico. Lo lleva haciendo desde 1995. Desde 2007 en el polígono de Baíña, donde la firma tiene su central, con talleres también en Barcelona y Tenerife.

Atenor es una de esas empresas que se han desarrollado en las Cuencas en silencio. Su presencia, como los propios cuchillos, se ha convertido en algo cotidiano, aunque la diferencia radica en que son pocos los que conocen la finalidad de la firma. La compañía ha crecido sin llamar la atención en parte debido al efecto telón que ha ejercido el desmantelamiento minero, cuyo declive ha demandado una atención que ha invisibilizado en gran medida iniciativas empresariales alternativas al carbón. En este caso, un proyecto que nació con dos empleados atendiendo encargos de particulares, da hoy trabajo directo a unas 150 personas, con más de 5.000 clientes, entre los que destaca Mercadona. Solo esta gigantesca cadena de supermercados demanda los servicios de Atenor en unas 1.300 de sus tiendas. “Son nuestro principal cliente, aunque trabajamos con otros muchos supermercados, como Alimerka, y hospitales, además de otro tipo de negocios, como peluquerías o tiendas de animales”, explican Víctor y Ramón Villazón, gerente y director general de la empresa, respectivamente. Atenor es un centro especial de empleo que da trabajo en Mieres a 72 personas con discapacidad. La firma se ha convertido en líder nacional dentro de su sector, el afilado de herramientas. Tijeras, cuchillas, cuchillos… Los trabajadores dan lustre a cualquier herramienta que requiera de un filo más certero. “Es un orgullo habernos convertido en una firma de referencia a nivel nacional desarrollando nuestra actividad en Asturias. Se puede decir que Mieres es hoy en día tierra de afiladores”, apunta Villazón.

El grueso de la plantilla de Atenor reside en el entorno próximo, la mayoría en la comarca del Caudal. Además de en Mieres, la firma tiene otras dos sucursales, una en Barcelona y otra en Tenerife. Suman conjuntamente unos 20 empleos. “Contamos también con 25 franquiciados, que son los que se encargan del reparto y el apartado comercial en cada territorio. Y es que para nosotros la atención postventa es primordial, buscando dar un trato personal y huyendo de los servicios en los que terminas hablando con un contestador cuando los necesitas”, apunta Víctor Villazón. Atenor afila cualquier herramienta que sirva para cortar, raspar o pinzar. “El mantenimiento de la herramienta debe hacerse de forma periódica para que conserve sus cualidades de corte, manteniéndose útil y eficaz”, explican los responsables de la firma. “Está claro que sale mucho más rentable alargar la vida de las herramientas que estar permanentemente sustituyéndolas, más cuando hablamos, por ejemplo, de compañías que utilizan decenas de miles de cuchillos”.

Víctor Villazón adquirió Atenor en 1995. El proyecto arrancó con dos empleados en Oviedo, en el polígono del Espíritu Santo. La firma fue creciendo poco a poco, hasta que en 2007 se planteó dar el salto definitivo. “Estamos muy agradecidos a la ayuda que nos prestó el vivero de empresas de Valnalón, que nos facilitó una nave nido para arrancar”. Pese a que les tocó crecer en plena crisis, en Atenor actualmente cuentan con cuatro naves en propiedad en el polígono de Baíña, además de los talleres de Barcelona y Tenerife, donde se han asentado en gran parte debido a la demanda de servicio que acarrea el contrato con Mercadona: “En Cataluña el volumen de trabajo hacía indispensable instalarnos en el territorio y, en Tenerife, nos establecimos por una cuestión de eficiencia. Los desplazamientos a partir de Cádiz eran prohibitivos económicamente”.

Con el tiempo Atenor ha especializado su oferta. “En estos momentos nuestro modelo de trabajo es el alquiler de cuchillos”, señala Villazón. Es decir, la empresa ya no se dedica únicamente a recoger el material, afilarlo, y devolverlo a su origen. “Compramos cuchillos en Albacete y Alemania y los alquilamos a los clientes, asumiendo al tiempo el mantenimiento de los mismos para alargar su vida útil”. Así han afianzado su posición de liderato en el mercado.

Además de mantener en buen estado el instrumental que se utiliza en numerosos centros comerciales, no solo de Asturias, sino de toda España, la compañía también trabaja con centros sanitarios, como el Hospital Reina Sofía de Córdoba o el de la Cruz Roja de Gijón. Atienden igualmente las necesidades de la Clínica Oftalmológica Fernández-Vega de Oviedo. “Los utensilios sanitarios son muy sensibles, pero contamos con personal especializado y el equipo necesario para alargar al máximo la vida de un material tan delicado y costoso”, destaca el gerente. También trabajan con otro tipo de filos más robustos, como las cuchillas que utilizan para el astillado de Navia: “Actualmente están utilizando cada vez más biomasa. Se trata de hojas de gran tamaño, que recogemos, traemos a Mieres, y devolvemos a la papelera en perfecto estado”.

Por Baíña pasan y pasan cajas llevas de cuchillos. Llegan con el filo romo y salen bien punzantes. Pero no todo son grandes pedidos. De vez en cuando llegan objetos peculiares, insospechados encargos que rompen la rutina. “Hace unos años recibimos un estoque de matador de toros. Nos quedamos un poco sorprendidos, pero lo afilamos y lo devolvimos como nuevo. Desde entonces nos llegan con frecuencia más pedidos de este tipo”. En la central de Mieres trabajan actualmente más de 70 personas. Todos ellos tienen al menos un 33 por ciento de minusvalía. “Optamos por convertirnos en un centro especial de empleo por una simple cuestión de sensibilidad familiar. Mi hermano es Graduado Social y todo influye en poco”. Víctor Villazón señala que todo el personal se ha formado en la empresa. “No se encuentran afiladores fácilmente”, subraya mientras esboza una sonrisa. Más serio se pone cuando indica que “hoy en día no es fácil encontrar profesionales, ya que te dejan los datos, pero cuando llamas no encuentras demasiado interés”. Y eso que en Atenor el ambiente laboral se cuida con esmero: “Tenemos algún empleado que no se ha querido jubilar y nosotros encantados”.

La empresa mantuvo su actividad durante la pandemia como servicio esencial. “Cuando se decretó el primer estado de alarma inicialmente pensamos que tendríamos que parar y que no nos considerarían esenciales, pero Mercadona fue la primera en seguir demandando nuestros servicios y así el resto de grupos”, explica Villazón. A corto plazo, la compañía se prepara para seguir creciendo. El próximo espacio de crecimiento es Portugal, de nuevo tras la estela de Mercadona. “De momento estamos dando cobertura desde Mieres, pero pronto tendremos que abrir una delegación”.

Atenor lleva ya casi tres lustros en las Cuencas. Desde el polígono de Baíña han trinchado un sector empresarial surgido del trabajo más artesanal. La bucólica imagen del afilador ambulante con su rueda de amolar se ha industrializado sin perder su perfil humano.

 

LNE