Al paso de sus nueve décadas de existencia, en la iglesia de San Juan se han celebrado misas, oficios religiosos y responsos. Pero también ha sido escenario de numerosos encierros con trasfondo social o político. El santuario consagrado al patrón de Mieres ya rebasa los 90 años de edad y el paso del tiempo le ha conferido una merecida dignidad. Pero también han aparecido arrugas, no todas ellas connaturales con el destacado espacio urbano que ocupa el dominante edificio, situado frente a la popular plaza de Requejo. La Iglesia tiene previsto abordar una rehabilitación integral del inmueble debido a su avanzado estado de deterioro. El coste de la actuación se calcula en la barrera de los cien mil euros.

El templo de San Juan no tiene grandes problemas estructurales, pero las cicatrices que sufre el edificio resultan evidentes. En el frontal que mira hacia la plaza de La Pasera rezan infinidad de pintadas y grafitis que causan un indecoroso impacto visual. Todas las paredes sufren desconchados, grietas y oquedades. El conjunto provoca un enorme menoscabo estético a la iglesia más representativa de Mieres. «Es una pena el estado de abandono en que se encuentra el edificio, ya que más allá de su función religiosa, no deja de ser un símbolo urbanístico de la ciudad», apuntan los fieles que acuden, cada vez en menor número, a los ritos programados en el nonagenario templo. El arcipreste y párroco de San Juan, Miguel del Campo, no es ajeno al deslustre que sufre el edificio sacro. Su visión es además global: «Se puede decir que el deterioro que sufre por fuera el templo es el mismo que padece por dentro», apuntan en referencia a la cada vez menor afluencia de feligreses. Y ese es uno de los motivos que explica que el inmueble aún no se haya rehabilitado. Miguel del Campo apunta que no se quiere cargar a los parroquianos con más obligaciones: «Al final siempre pagan los mismos y no considero oportuno hacer una cuestación».

La Iglesia pretende asumir íntegramente el coste de la rehabilitación de la iglesia de San Juan, que rondará los cien mil euros. La elevada inversión hace que el arciprestazgo lo esté planificando con cuidado, más cuando aún están pagando la reforma que se abordó hace una década en el templo de San Martín de Turón, con un presupuesto en este caso que superó los 300.000 euros. «Asumimos que el inmueble necesita una actuación y nuestra intención es abordarla más pronto que tarde», subraya Miguel del Campo. El párroco no oculta cierto pesar al valorar que una actuación en la iglesia debería trascender lo religioso, ya que apunta que se trata de «un edificio de referencia social y cultural». Con todo, es partidario de no pedir más ayuda de la que se quiera dar espontáneamente. «Al final no hay nada como sentirse libre y no tener deudas morales».

De momento, la rehabilitación parece no estar lejana, aunque no hay fechas. El objetivo es abordar una intervención de gran calado que permita que la iglesia vuelva a lucir distinguida. «Se trata de un edificio con encanto y que es muy llamativo por su ubicación, ya que se encuentra en una de las zonas más visibles y céntricas de la ciudad», apuntan los parroquianos. El templo integra junto a Requejo un conjunto estrechamente vinculado a la imagen de la ciudad, por lo que muchos califican a la emblemática plaza hostelera que se proyectó a los pies de la iglesia como la catedral de la sidra. El problema es que el viejo templo está muy lejos de lucir como antaño. A los desconchados en las paredes fruto del desgaste y de la falta de mantenimiento se une ahora que está lleno de pintadas y grafitis. La iglesia de San Juan está ligada a la historia de Mieres. El vínculo puede rastrearse hasta mediados del siglo XVII. La primitiva edificación se situó en la vega próxima al río, más o menos a la altura del actual barrio de Santa Marina. Según se puede consultar en el Archivo Municipal, una gran riada se llevó por delante el templo. La solución fue alejarlo del cauce. Se construyó entonces una nueva parroquia en los terrenos de La Pasera. En ella se oficiaron las misas hasta el 24 de junio de 1927. Tras la homilía de las patronales, se derribó. La actual iglesia de San Juan Bautista comenzó a levantarse en 1928. Las obras se prolongaron tres años.

 

Fuente: LNE